Originally publsihed by La Opinion
Noé Martínez no tenía dudas de haber tomado una buena decisión al auto repatriarse a México hasta el día en que lo asaltaron y se convirtió en uno más de los migrantes de retorno agredidos por la delincuencia en el país, el número 19 que este año contabiliza la organización civil New Comienzos.
Cuando Noé decidió regresar el 5 de octubre pasado tenía cinco años de ser beneficiado de DACA en Estados Unidos, pero estaba harto. Y para él era mejor volver que esperar una posible deportación con la incertidumbre en la boca, sin poder hacer grandes planes y con una sola certeza: que iba a ser botín político entre demócratas y republicanos.
Por ello empacó su estatus de “dreamer’’, sus conocimientos de negocios internacionales adquiridos hasta el quinto semestre en el communty college, algo de ropa y se lanzó con 26 años rumbo a Morelos, el estado donde nació y de donde se lo llevaron sus padres cuando tan solo contaba con nueve primaveras. “Por problemas económicos’’, destaca.
Una vez en México se sintió en paz. Había contactado a una comunidad de retornados (New Comienzos) y seguiría con su negocio de diseño gráfico sobre la naturaleza (paisajismo) vía internet con viejos clientes en EEUU.
Por uno de sus trabajos le enviaron desde allá algunos dólares el mes pasado porque necesitaba cubrir gastos de emergencia. El se apresuró a cobrarlo en la empresa Elektra.
“El cajero me pidió mi identificación, confirmó unos datos y me dio el dinero, salí de la sucursal y en la calle, dos sujetos se me acercaron. No tenían ningún arma a la vista, pero fueron agresivos y me pidieron el dinero. Se los dí, no puse resistencia, no era mucho pero cuando estás empezando todo te afecta’’.
El desbalance financiero que sufren los migrantes de retorno cuando son asaltados en México es una de las principales preocupaciones de Israel Concha, fundador de New Comienzos. “Es una realidad que está golpeando mucho a nuestros compañeros’’, reconoce en entrevista con este diario. “Y más aún porque la impunidad está creciendo: ayer leí que ya no es 90%, ¡sino del 95% los casos que no se resuelven!’’.
Noe es muestra de esa situación: primero contactó a unos policías que estaban cerca del lugar, pero le dijeron que ellos “no podían hacer nada porque en ese momento el acusador no llevaba pruebas ni estaba presentando a los agresores’’ y le propusieron levantar una denuncia. Lo hizo, pero hasta ahora sigue esperando una respuesta, que lo llamen, que le digan algo en el Ministerio Público.
Concha observa que actualmente los principales blancos de empresas que trabajan con remesas son los jóvenes repatriados porque dominan perfectamente el inglés y, por falta de experiencia, llaman la atención a los malandrienes quienes, al escucharlos los imaginan con pacas de dólares en los bolsillos.
El año pasado ya hubo un asesinato de un repatriado que no se dejó asaltar en Ciudad Netzahualcóyotl, en la zona conurbada de la capital mexicana.
“Sucede mucho en el Estado de México en colonias de zonas populares y los deportados traen otra mentalidad, no creen que los pueden asaltar, traen cadenas y relojes vistosos no tienen tanto cuidado como la gente de aquí: es un shock cultural’’. Otro más, advierte Concha.
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