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Para Tomás Pendola, ser maestro de química significa mucho más que enseñar sobre compuestos orgánicos y la tabla periódica. Es una oportunidad para apoyar a estudiantes que no tienen en quién confiar.
Este argentino de 25 años vive en Estados Unidos desde que tenía 10 años, pero creció sin documentos. Hoy cuenta con protección contra la deportación y un permiso de trabajo bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA, algo que nunca ha escondido de sus estudiantes.
"He sido muy abierto sobre mi estatus", le dijo Pendola a Univision Noticias. "Creo que los chicos siempre necesitan alguien con quien hablar fuera de su casa. Algunos me han dicho que también son indocumentados".
Pendola, quien salió de Argentina durante la crisis económica de ese país en 2001, es uno de los casi 800,000 jóvenes inmigrantes indocumentados con DACA, conocidos como dreamers. Hasta 20,000 de ellos podrían trabajar como maestros, según estimados del Instituto de Políticas Migratorias.
Durante su campaña para la presidencia, Donald Trump dijo que acabaría de inmediato con el programa DACA y deportaría a los dreamers. Sin embargo, la administración publicó un memorando la noche del jueves en el que revocaba esa promesa y comunicaba que el programa continuaría.
Eso fue un alivio para algunos maestros que acaban de terminar el año escolar y ya empiezan a pensar en el siguiente.
Pero Pendola asegura que todavía está nervioso. "Es bueno ver (a Trump) decirlo", afirmó. "Pero eso no significa que necesariamente tuvo un cambio de corazón".
Los maestros con DACA son un segmento considerable de la población dreamer, pero en ocasiones son pasados por alto. Atraídos a la profesión como una manera de agradecer a la sociedad que los educó, estos maestros han llamado la atención de organizaciones como la Asociación Nacional de Educación (NEA, por sus siglas en inglés) y la Federación Americana de Maestros, que buscan honrar su labor en las aulas y protegerlos de la deportación.
"Estos maestros aportan un valor añadido a las comunidades inmigrantes porque conocen lo que estresa a la comunidad", dice Rocío Inclán, directora del Departamento de Derechos Humanos y Civiles de NEA. "Contribuyen con su cultura, su idioma, su experiencia personal. Los estudiantes y las familias confían en estos maestros".
Aunque es imposible saber el número exacto de maestros con DACA, porque el gobierno federal no mide esa información, el Instituto de Política de Migración estima que en 2016 California empleó a la mayor cantidad de maestros con DACA en cualquier estado, cerca de 5,000. Nueva York y Texas, por su parte, emplearon a un estimado de 2,000 cada uno. Otros estados con poblaciones considerables de estos profesores fueron Pennsylvania, Nueva Jersey, Carolina del Norte, Illinois, Florida, Maryland y Arizona.
Areli Zarate, de 25 años de edad, llegó a Austin, Texas, desde México cuando tenía ocho años. Al crecer, no compartía su estatus de indocumentada con nadie, ni siquiera con su mejor amiga.
Pero luego llegó DACA en 2012. Zarate asistió a la Universidad de Texas en Austin y estudió para convertirse en una educadora. Ahora enseña español y facilita una clase dedicada a los estudiantes de primera generación para prepararlos para la universidad. Ella estima que alrededor del 80% de sus estudiantes son hispanos. Muchos son indocumentados o de familias con estatus mixto.
"Veo mi impacto. Como latinos, cuando tenemos un maestro latino lo vemos como un ejemplo a seguir. Queremos ser como ellos. Hablo con mis estudiantes sobre la importancia de educarse, de agradecer a sus padres. Yo les digo: 'Fui a la universidad, tú también puedes hacerlo'", asegura la maestra.
En los meses antes de las elecciones presidenciales, Zarate dirigió "clínicas sobre DACA" en Austin, en las que abogados proporcionaron asesoría legal y voluntarios dieron asistencia gratuita a cualquier persona que quería completar los largos trámites para solicitar DACA. Pero esas clínicas se pusieron en pausa después de que Trump ganó las elecciones y el futuro de DACA quedó en duda.
Katherine Huete, de 24 años, una maestra indocumentada de educación especial en la zona suroeste de Chicago, asegura que después de las elecciones sus estudiantes de séptimo y octavo grado estaban preocupados por perder a su maestra. "Tuvimos una conversación acerca de que posiblemente tendría que dejar la escuela o no ser capaz de trabajar más si DACA se retira", lamenta la maestra.
Con el anuncio de la administración de Trump el jueves, Zarate dice que se siente cómoda animando a la gente en su comunidad una vez más a solicitar DACA. Pero asegura, todavía "no es suficiente".
"Necesitábamos que saliera y lo dijera, pero con esta administración sentimos que DACA no es algo que tenemos seguro", agrega.
El documento publicado el jueves por el Departamento de Seguridad Nacional no detalla concretamente la opinión del gobierno sobre DACA, asegura Viridiana Carrizales, quien lidera un programa de apoyo para los cerca de 200 maestros y alumnos con DACA en el programa Teach For America.
"Estoy tratando de darle sentido a los mensajes contradictorios", afirma Carrizales. "Por ahora, muchos de nuestros maestros y familiares con DACA no tendrán que preocuparse. ¿Pero por cuánto tiempo? Realmente no lo sabemos".
En los últimos meses ha habido una serie de casos de personas con DACA detenidas y deportadas. El 18 de febrero, el beneficiario de DACA Juan Manuel Montes Bojorquez fue deportado de California a México en lo que se cree es el primer caso de este tipo.
Otros casos incluyen el de Daniel Ramírez Medina, en Seattle, quien fue detenido por más de un mes, y Daniela Vargas, detenida en Jackson, Mississippi, tras instar a Trump durante una conferencia de prensa a proteger a personas como ella. Ambos fueron eventualmente liberados.
"¿Cesarán las detenciones?", pregunta Carrizales. "Ahora más que nunca necesitamos asegurarnos de que nuestra comunidad conozca sus derechos. Debemos ser muy cautelosos".
Por ahora, Pendola dice que va a tomar la vida un día a la vez. Espera poder permanecer en EEUU, y tal vez incluso obtener un doctorado en química. Pero también reconoce otra posibilidad: que puede ser obligado a regresar a Argentina, un lugar en el que no ha estado en 15 años.
"Una cosa que he aprendido de ser indocumentado es que las cosas siempre pueden cambiar", dice. "Nunca sé lo que va a pasar".
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